2 sept 2016

Tell me a secret | Todas las estrellas son para ti - J. de la Rosa




TELL ME A SECRET – J. DE LA ROSA 


1. La novela está inspirada en una historia familiar. Desde hace 16 años trabajo en el árbol genealógico de mi familia. Esto me obligó a rebuscar en archivos y en documentos antiguos. En uno de ellos encontré las pistas de una historia que había acontecido a un antepasado mío. De ahí surgió “Todas las estrellas son para ti”. 

2. No tenía ni la más remota idea de cómo funcionaba una comisaría por dentro, y Pedro, mi protagonista, era inspector de policía. Para remediarlo me entrevisté con una agente de policía que muy amablemente me contó todos los pormenores. 

3. Originariamente, en el esquema primitivo de la novela, Inés vivía en Estocolmo. Yo decidí en un momento de mi vida que no escribiría sobre ciudades que no conociera personalmente. Estocolmo era una de esas que jamás había visitado, pero la tenía en mi agenda como la próxima ciudad a la que volar. Pero el viaje se canceló, yo tenía que ponerme a escribir la novela, y esa es la razón por lo que Inés vive en la vecina Oslo. 

4. Localizar novelas en ciudades que conoces como visitante es para mí más fácil que hacerlo en la que vivo, porque me cuenta encontrar los lugares, es como si lo extraordinario se convirtiera en corriente. Para solucionarlo organicé con mis amigos un tour por todos los escenarios sevillanos de la novela y después los invité a una cerveza para que me contaran por qué les resultaba atractivo cada uno de ellos. 

5. Esta novela, desde el principio, estaba llena de imágenes y de sonidos. Así que durante toda su escritura fui subiendo canciones y fotos a Internet, que agrupe bajo el Hashtag #TodaslasEstrellassonparaTi. En verdad era algo personal, solo para mí, para consultarlo mientras escribía. Ahora, con poner este hashtag en Pinterest, en Spotify, etc, verás el esqueleto de la novela. 

6. Hay una escena que personalmente me encanta. Es cuando Inés y Pedro se conocen, y la podrás leer más abajo. Bien, pues algo parecido me sucedió a mí. Las diferencias: yo remaba, eran las siete de la mañana, cayó una niebla tan espesa sobre el río que me desorientó, y terminé atrapado entre las cañas de la rivera hasta que me rescataron a media mañana. 

7. Hasta no escribir esta novela no fui de verdad consciente de cómo ha cambiado todo en solo diez años (el tiempo que separa las dos acciones que se cuentan en la obra). Por ejemplo, en 2007 no existía Whatssap, ni Instagran, ni estaban de moda los selfies, ni en mi ciudad había aún tranvía ni metro ni... 

8. Antes de empezar a escribir la novela, suelo pegar unas fotos en la pantalla del ordenador con modelos, acores, deportistas, que me recuerden a los protagonistas. Lo hago para no despistarme. Para que ella no tenga los ojos verdes en el capítulo 1 y azules en el 7 (jajaja). De Pedro tuve claro quién era su alter ego desde el principio (míralo en Pinterest escribiendo #TodaslasEstrellassonparaTi). Sobre Inés tardé meses en descubrir quién era. 

9. Quería que hubiera un elemento significativo que identificara el carácter tan personal de Pedro, pero no se me ocurría ninguno. Una tarde, viendo “Al este del Edén”, descubrí que las botas de James Dean eran perfectas. Perfectas para Pedro, y así apareció su signo distintivo. 

10. Justo cuando terminé de montar la trama de la novela y mucho antes de empezar a escribirla encargué pegatinas con el hashtag de la novela. Desde entonces las pego allá donde voy, las fotografío, y luego las subo a mis RRSS.



ESCENA INÉDITA

TODAS LAS ESTRELLAS SON PARA TI



Inés acababa de comprender que todo aquello había sido una mala idea. 

¿Por qué diablos se había apuntado a un club de remo, cuando lo que tenía que hacer era centrarse en sus estudios de máster? Su amiga Carmina le habría dicho «porque es donde están los tíos buenos», pero ella no estaba para esas tonterías, simplemente quería hacer algo de ejercicio al aire libre y con un río como aquel cerca de casa era la mejor opción. ¿Y por qué demonios se le había ocurrido salir a remar a última hora de la tarde, cuando lo que tenía que estar haciendo era estudiar para el examen del día siguiente? 

Inés volvió a intentarlo, agitó los remos con todas sus fuerzas, usándolos de palanca, pero le fue imposible. El kayak se había atorado entre los grandes juncos que crecían a orillas del Guadalquivir, y cualquier esfuerzo por desatascarlo seguía siendo infructuoso. Ya le habían advertido que no se acercara a esa zona del río, pero estaba tan concentrada que solo se había dado cuenta de cómo de virada navegaba su embarcación cuando de pronto se vio rodeada por los altos penachos y ya le fue imposible salir de allí.



Miró alrededor. La noche empezaba a cerrarse y en aquella zona del río, alejada de las luminarias de la ciudad, la oscuridad se cernía a su alrededor amenazadora, dispersa apenas por las lejanas farolas que salpicaban el solitario paseo fluvial. 

Pensó que había sido una estúpida al rechazar por dos veces la ayuda de aquel chico que había pasado por su lado, remando a toda velocidad. La primera vez le contestó a su solicitud de socorro que lo haría por ella misma. La segunda que no necesitaba ayuda. Pero es que estaba segura de que lograría salir de aquel atolladero sin que nadie la remolcara. Y, sobre todo, no le apetecía que al día siguiente en el club le preguntaran si había sido ella la que se había quedado atrapada entre los juncos. 

Ahora se daba cuenta de su error. Sin una mano amiga no iba a ser capaz de desengancharse de aquellos ramajes. Y un tipo fuerte como aquel hubiera sido su aliado perfecto. 

Tomó una larga bocanada de aire y cerró los ojos para intentar calmarse. Tenía dos opciones: esperar a que amaneciera, el río recobrara su ajetreo y alguien la rescatara. O tirarse al agua y nadar hasta la otra orilla. Miró la oscuridad pantanosa de la dársena y desestimó al instante esta última. Entonces oyó el zumbido, un ritmo equilibrado de remos en el aire que descendían veloces, cortando el agua. Era un sonido inconfundible. Quizá su última oportunidad de salir de allí. Buscó entre las sombras hasta que vio aparecer el kayak. 

Era el mismo chico de las otras dos veces, pero en esta ocasión regresaba al pantalán por la otra margen del río, más bien lejos de donde Inés se encontraba. Aquel tipo se había hecho tres largos en lo que tardaba ella en recorrer unos pocos cientos de metros. A eso se llamaba estar en forma. Era su última esperanza si no quería dormir esa noche entre las garzas, pensó Inés. 

―¡Hola! ―gritó con todas sus fuerzas mientras agitaba el brazo. 

En el silencio de aquella zona agreste del río su voz sonó atronadora y el remero levantó la cabeza hasta localizarla. Inés apenas podía distinguirlo, pero por el reflejo de los remos en el agua supo que hacía una maniobra para cambiar la dirección del bote y poder dirigirse así hacia ella en línea recta. Se sintió aliviada cuando la embarcación se detuvo a un par de metros, girando con maestría hasta colocarse en paralelo, pero a salvo de los matorrales. 

―Aún sigues aquí ―dijo el remero con una mueca de suficiencia en los labios, y el aliento entrecortado por el esfuerzo. 


Inés lo miró con detenimiento antes de contestar. Eran dos desconocidos y estaban en una zona tan perdida que sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Eran más o menos de la misma edad, por lo que debía rondar los veinticinco. Atractivo. Incluso guapo. Aunque en aquel momento ese tipo de apreciaciones sobraban. Solo llevaba puestas los pantalones de deporte, hacía calor y el ejercicio le había obligado a desprenderse de la camiseta. Su piel brillaba, marcando cada músculo inflamado por el esfuerzo del remo. A aquel espécimen debía referirse Carmina cuando hablaba de «tíos buenos». Se sintió patética pensando en el físico de su salvador en vez de en buscar una solución a su entuerto. Volvió a respirar hondo y contestó a un interlocutor, que había arrugado las cejas ante su mutismo.


―Pensaba que podría librarme por mí misma, pero ya ves. 

―Sí, es una situación complicada. 

Él continuaba allí, inmóvil, sin apartar los ojos de ella. Inés había esperado que no hubiera tenido que pedírselo. 

―¿Podrías ayudarme? 

Él volvió a sonreír de aquella manera que denotaba quién tenía la sartén por el mango. 

―Me has dicho dos veces que no. ¿Qué ha cambiado desde entonces? 

―Estoy más desesperada. 

―Y con razón ―soltó un silbido―. En breve saldrán las nutrias salvajes a buscar comida en el río y
casi todas pasan por aquí. Se sienten seguras entre los juncos. 

Inés miró alrededor sin mucho convencimiento. 
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―¿Nutrias? ¿En el Guadalquivir? 

―Y ratas ―reafirmó lo dicho con un gesto afirmativo de cabeza―. Deberías ver cómo nadan. Bueno, en verdad lo vas a ver con tus propios ojos si continúas en esa situación. 

Ahora Inés sí se volvió para observar la oscuridad que envolvía el juncal. 

―Eso ya me gusta menos. 

Cuando se giró de nuevo hacia la embarcación lo sorprendido mirándola arrobado. Duró solo un instante, el tiempo de darse cuenta de que ella lo había pillado, pues de nuevo su rostro adquirió aquel aire jactancioso. 

―Pero a cambio ―continuó su salvador―, tienes la maravilla de este cielo sin luna, donde se ven todas las estrellas. 

―No sé si me consolará lo suficiente si hay ratas hambrientas y mojadas a mi alrededor. 

Se hizo el silencio entre los dos. Los ojos de él, que se habían perdido en el firmamento, brillaron, y chasqueó los dedos. 

―¡Hagamos un trato! 

A Inés no le pareció la mejor idea. 

―No me gustan los tratos. 

―Yo te rescato ―prosiguió sin escucharla―. Nos duchamos, cada uno en su vestuario, por supuesto, y te invito a una hamburguesa. Tienes cara de hambrienta. Que estuviera intentando ligar con ella en una situación desesperada no le gustó. Quizá para él aquello fuera algo divertido, pero Inés empezaba a estar asustada y solo quería salir de allí. Su rostro de volvió pétreo, como cuando las cosas no salían como ella quería. 

―No me has dicho cómo te llamas ―le preguntó a su supuesto salvador, con voz glacial. 

―Pedro. Tú a mí tampoco. 

―Pues bien, Pedro ―prosiguió, sin responder a su pregunta―. Deberías saber que una situación como esta no es la más adecuada para intentar ligar. 

Él pareció sentirse ofendido, y se llevó las manos al pecho. 

―No estoy ligando. Simplemente intento ser amable con una chica que ha rechazado mi ayuda en dos ocasiones. Y aún no me has dicho tu nombre. 

―¿Podríamos dejarnos de tonterías y me ayudas a salir de aquí? 

―¿A cambio de nada? ―levantó una ceja―. Por supuesto que no. Mi primer intento era gratis. El segundo también. El tercero… estoy perdiendo un tiempo precioso discutiendo contigo, y eso tiene un precio. 

Inés no se había encontrado ante una situación más ridícula en toda su vida. 

―¿De verdad que esta técnica te funciona con otras chicas? 

―¿Quién ha dicho que haya otras chicas? ―parecía ofendido por la insinuación. 

―¿Me vas a ayudar o no? 

Ella se cruzó de brazos, pero al hacerlo uno de los remos resbaló de la horquilla y comenzó a alejarse en las aguas oscuras. Inés intentó cogerlo, pero el kayak se movió peligrosamente, lo que la obligó a dejarlo ir. 

―¡Y ahora esto! ―gimió desesperada. 

―Creo que voy a dejarte tranquila con tu mal humor ―dijo Pedro, mientras empezaba a maniobrar para alejarse. 

―No me irás a dejar aquí, ¿verdad? 

―Pasa una buena noche, no prestes atención a los ruidos extraños y abrígate, porque refresca bastante. 

―¡No te atreverás a irte! ―le gritó mientras él se alejaba―. ¡Abandonándome aquí es de canallas!

―Y tratar con la punta del pie a quien se muestra amable contigo es de desagradecida. ―Eres, eres… 

―Y no intentes dormir ―dijo cuando ya estaba a suficiente distancia―. Las ratas saben que no estás despierta y entonces es cuando atacan. 

A Inés le entraron ganas de gritar, pero no de miedo, sino de indignación. Nunca en su vida se había cruzado con un cretino como aquel, y si lo volvía a ver, le iba a poner las cosas claras.



BIOGRAFÍA

J. de la Rosa (Sevilla, 1970) es un escritor de novela romántica. Aparte de sus trabajos de ficción, ha escrito manuales técnicos para trabajar la novela romántica e impartido formación sobre el mismo asunto.
Cuenta en su haber con ocho obras publicadas dentro del género. Es hermano de la fotógrafa Concha de la Rosa y sobrino de Jesús de la Rosa, el cantante y fundador del emblemático grupo de Rock Andaluz “Triana”. 
Estudió audiovisuales y periodismo, aunque abandonó la carrera para dedicarse, entre otras cosas, al mundo de libro. 
 Es ganador del I Premio Titania de Novela Romántica (2014), finalista del Premio Aura 2015, ganador del Premio Rosa Romántica 2015 y nominado al Premio Púrpura 2015.


11 yorum:

  1. Hola Pimpo,
    Siempre gusta saber un poco más lo que hay detrás de una novela y que cosas le ocurrieron o inspiraron al autor. Y pedazo escena más larga jajajajajaj yo bajaba y decía aún hay más.
    Este libro me llama la atención!
    Besos guapa

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  2. ¡Hola! ya he leído algunos libros de este autor, pero este no me llama demasiado la atención.
    Un beso.

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  3. Hola guapa

    Leí esta novela la semana pasada y me gustó mucho. Me ha encantado leer esas curiosidades de mano del autor.

    ¡Mua!

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  4. Me encanta saber lo que hay detrás de una novela de esta forma ^-^ Este libro me llama y espero pronto una reseña tuya para saber como es por dentro :):)

    ¡SE MUUY FELIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZ ������!

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  5. Hola Lorena!!
    Es mi actual lectura, me encanta como escribe José de la Rosa y conocer estas curiosidades de la novela me ha gustado mucho, así que gracias por la entrada!!
    Un beso!!

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  6. Hola!!!!
    Me ha encantado la entrada, he leído tres novelas de José y me han encantado, aunque tengo pendiente otra de sus novelas, esta va directamente a la lista, me he quedado con las ganas de saber más.
    Un beso

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  7. ¡Hola!
    La verdad es que no conocía ni al autor ni el libro pero lo que he podido leer tiene buena pinta. No he leído la escena añadida por si me "spoileo" de alguna forma.
    Un saludo ^^

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  8. Esto no hace mas que tenga mas ganas de leer el libro.

    Saludos

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  9. No conocía la novela, pero me gusta lo que he leído así que la buscaré que seguramente le dé una oportunidad. No puedo negar que la entrada me ha dejado con las ganas :P
    ¡Besos!

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  10. Me ha gustado saber estas curiosodades sobre la novela y su autor. No he leído nada de José de la Rosa, pero apunta bien, así que tomo nota. Además la historia se desarrolla en mi cuidad, otro aliciente que a la vez me hace ser más exigente con la lectura, pues ya he leído alguna novela ubicada en Sevilla y me hace ser tiquismiquis. Eso puede ser un contra, según como esté escrita, o un pros. Habrá que leerla para descubrirlo.

    Muy buena entrada.
    Besos Naca ;)

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  11. Hola! Es la primera vez que leo un poco del procesos que ha llevado a cabo el autor para realizar su obra. Ya me preguntaba yo como conseguía un autor recordar el color de los ojos de sus personajes (lo suponía pero al igual), y como conseguía hablar de algo que no sabía (como trabaja la poli).

    No conocía la novela, pero parece bastante interesante.
    Nos leemos

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